martes, 31 de marzo de 2009
















“DONDE LOS SUEÑOS
A VECES SON ESCUCHADOS POR DIOS” ©


Las siete de la tarde en Katmandú. Se cerraban a otra día, las puertas del edificio. Ya no se oían los llantos, ni las risas inocentes correteando por el jardín. El calor infantil se acomodaba entre las cunas apiñadas de tanto corazón abandonado.
Afuera, todo estaba en calma. Una brisa suave acariciaba las ramas de los árboles. El sol se resistía a marchar, mientras la luna ansiaba despuntar. Y en medio de esa lucha de astros por demostrar quién ha de lucir con más fuerza y durante más tiempo, sin darse cuenta entre ambos, pintaban el cielo de un púrpura de cuento.

Dentro, en una de las cunitas, se observa movimiento. La única cunita que da a una ventana. Es Nima. Su carita color bronce, sus ojitos azabache y sus incipientes dientecitos de leche, asoman por encima de los barrotes de madera. Se empina torpemente para mirar por la ventana. Nima, cada noche practica el mismo ejercicio, mientras sus compañeros de juegos y pañales, descansan en los brazos de Morfeo. (O más bien de alguna Deidad Nepalí).
Nima a través de su mirada cándida y pura observa un mundo de colores, de juegos y de sueños. Pero hay algo que le deja sus ojitos azabaches, tristemente heridos cuando recuerda con viveza, a pesar de su corta edad, cómo unos señores altos que hablan raro y siempre son dos, se llevan a alguno de los otros niños para nunca más volver a verlo. Pero no siente pena por los niños que se llevan, ya que entiende que se van con gente buena, cariñosa y simpática. Más bien siente pena por ella misma. Y piensa ¿cuándo me llevarán a mí?

Nima, es feliz en “su casa grande, con su familia grande”, pero aunque le den cariño, sabe que lo tiene que compartir más a menudo de lo que le gustaría y entre demasiados niños.
Ya a su edad, un añito, ella come sola, ayuda a comer a los más peques y se dobla su ropita sola. Y es que Nima ha visto cómo a los niños que se los van a llevar, reciben visitas de esos señores buenos, cariñosos y simpáticos, siempre, una o dos veces antes de que se los lleven definitivamente y Nima ha percibido cómo les dan un especial cariño a ellos.
-¡Esos señores cuando eligen a uno, lo quieren sólo para ellos! ¡Les dan todo el cariño, les dan de comer a ellos y aunque de vez en cuando se den cuenta de que los demás también existimos, está claro que no van a derrochar su amor repartiéndolo! ¿Cuándo me llevarán a mí?
La siete de la tarde en Katmandú. Se cierran a otro día, las puertas del orfanato. Ya no se oyen los llantos, ni las risas inocentes correteando por el jardín. El calor de tantos pequeñitos corazones se vuelve a acomodar entre las cunitas apiñadas.

Dentro, en una de las cunitas, se aprecia un movimiento. La única cunita que da a la ventana. Es Nima, la de carita color bronce y ojitos azabache. Solo que esta vez, va a ser diferente. Se ha lanzado a la aventura. Cree que si sale a la calle, estarán esperándole quizá y para ella sola (ya que es la primera en levantarse) esos dos señores altos, que hablan raro, cariñosos y simpáticos, para llevársela. Se ha bajado a duras penas de la cunita de madera y mientras los otros niños sueñan sus sueños, Nima arrastra su sabanita por el suelo y despacito se va abriendo paso entre las cunas. Sale de las habitaciones, con un dedito en la boca y sujetando la sábana con su otra manita, camina arrimándose a la pared por el pasillo que le conducirá al piso de abajo, en el cual está la puerta de salida.

Nima es valiente. Se recorre todo el pasillo sin miedo a la penumbra del atardecer. Al pasar por la cocina, se le ocurre que podría saciar su sed. Es una importante aventura la que va a vivir y el agua le repondrá las fuerzas para seguir.
A la salida de la cocina en una esquina en el suelo, se da cuenta de que hay un osito de peluche marrón. Nima cree que se han olvidado de él y lo acurruca entre sus brazos, utilizando su sabanita para arroparlo. Le da besitos y mimos y se sienta un ratito a jugar con él. Le da de comer y de beber. Sus manitas graciosas dibujan en el aire movimientos con platitos de comida que sólo ella ve. Le ha cogido tanto cariño al osito que decide llevárselo con ella en su aventura.
Pero de pronto el sueño le vence y en el mismo suelo donde ha jugado con “osito”, los dos abrazados se han quedado dormiditossss…shuuu.

Despunta el alba en Katmandú. El olor a “vida” rezuma por todo el orfanato. La algarabía y algún que otro llanto mañanero han despertado a Nima que dormía en su cunita de madera. Nima se despierta frotándose los ojitos azabache y suelta una carcajada al comprobar que su amigo ”osito”, sigue junto a ella…
¡Nima, Nima! ¡arriba tesoro, que hoy tienes visita!
-FIN-
REYES CID GONZÁLEZ 14-05-08

8 comentarios:

Rossana Hasson Arellano dijo...

Reyes :
Dicen que de tal palo tal astilla
Y madre mía que me quedo con el corazón en la boca
La primera vez, no fui capaz de terminar,
es que a mí , todo me duele.
Entonces hoy, me levanté tempranísimo, bese a mis hijos (3)
y pense en tantos niños así como "Nima" ( al revés es Mani )
Alimento cálido con muchas propiedades.
Y solo digo
GRACIAS
Un abrazo grande
Rossana

Gabriel dijo...

Precioso.
Lo tengo guardado para cuando Nayana sea un poco más mayor; aunque ella dice que ya es mayor.
Un beso.

Gabriela dijo...

Si, es verdad que es un precioso cuento. Hay que sacar lo tierno y humano que llevamos dentro, y que nos imite el mundo...

Un beso, Gabriel

Gabri

Reyes dijo...

Rossana;
Me ha hecho muy feliz tu comentario. Realmente es un cuento que escribí desde lo más profundo de mi alma. A mí misma me ocurre cada vez que lo re-leo, se me hace un nudo en la garganta. Mi único deseo es que sirva humildemente, para allá donde llegue,vaya concienciando de que el mundo de los niños tiene que primar.
Tres besos y tres abrazos para tus tres hijos y otro para tí.

GRACIAS.

Reyes dijo...

Gabriel;
gracias por tu comentario. y me he sentido muy feliz al saber que te ha gustado. Pero el mérito de tanta dulzura que he querido derramar en el cuento, lo tiene la princesita Nayana. Es una niña muy especial y un pedacito de sol.
Un beso.

Gabriela dijo...

gracias a todos; almas sensibles,
el mundo será cada vez mejor a pesar de tantos mercachifles e intereses creados, que no dejan que los me menos tienen disfruten
de lo que por ley natural les pertenece.

Un abrazo para todo bien-pensante.

Gabriela

Rossana Hasson Arellano dijo...

Así de inundado está el patio mi querida Gabrielita...
Oye: ¿Que tal y vienes por estas latitudes?
Sería MARAVILLOSO
Se te quiere
Besos
Ross

Gabriela dijo...

Ross, quien sabe si algún día en otro evento nos podamos abrazar y contar nuestras historias...!!!

Un abrazo amiga

Gabriela